Antecedentes de la carrera en Honduras
Antecedentes de la carrera
La carrera de Orientación Educativa nace como producto del Seminario Nacional sobre Educación Media celebrado en la ciudad de San Pedro Sula, Departamento de Cortés, en diciembre de 1970. Como resultado de ese seminario se presentaron, entre otras, las siguientes recomendaciones:
a. Crear los departamentos de orientación en todos los institutos públicos y privados del país.
b. Formar el personal capacitado para atender los departamentos de orientación de los centros de Educación Media existentes, ya que los profesionales que desempeñaban tales funciones no estaban preparados técnica ni científicamente para realizar tal actividad[1].
En 1971, los graduados del Departamento de Ciencias de la Educación de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán (ESPFM) realizaron una investigación con el propósito de identificar estrategias que permitieran atender más eficientemente la educación nacional. De la investigación en referencia surgió la recomendación de diversificar el plan de estudios de la carrera de Ciencias de la Educación que funcionaba hasta ese momento. Se señaló específicamente la necesidad de crear el Profesorado en Orientación Educativa fundamentalmente por las siguientes razones:
1. El interés nacional para la identificación y el desarrollo del talento.
2. La creciente aceptación profesional y pública de los servicios de orientación como funciones
3. El reconocimiento de que podría ayudarse a la estimulación de talentos estudiantiles nacionales de la educación formal y también de la educación no formal.mediante servicios de orientación, en los cuales los docentes y orientadores trabajaran colaborativamente, para prevenir y atender problemas juveniles, emocionales, sociales, familiares, académicos, tales como: bajo rendimiento escolar, deficiencias no corregidas, deserciones, objetivos poco realistas, falta de motivación y carencias económicas y culturales[2].
Las recomendaciones anteriormente expuestas, dieron origen a la creación y funcionamiento de la carera de Orientación Educativa en el segundo semestre de 1971, con un plan de estudios que en esa época respondió a las necesidades de formación de Orientadores.
El plan diseñado en esa época además de considerar la orientación como un proceso de ayuda, se basó en la convicción de que esta función tiene singular importancia como un servicio educativo en la relación entre el contexto familia y y el contexto social.
A partir de 1983, la ESPFM inició un proceso sistemático de evaluación curricular en todas las carreras y, por consiguiente, en la carrera de Orientación Educativa, utilizando como fuente o recursos, los resultados de las tesis de grado, los encuentros de egresados e informes de práctica de los educandos de último año, este proceso se consolidó con la conversión de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán, en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán. Se implementó el Bachillerato Universitario en Orientación Educativa y se creó en 1994 el correspondiente grado de Licenciatura en Orientación Educativa.
En el Plan de Estudio de esta época, aprobado 1995, predomina un enfoque academicista ya que los beneficiarios del proceso de enseñanza-aprendizaje son principalmente receptores. El proceso de enseñanza y aprendizaje se concibe como una sola unidad: docencia, investigación y extensión, por ello la metodología sugerida en el plan es el desarrollo de contenidos a través de la investigación y la función de extensión como un proceso continuo dentro de la actividad académica.
En el presente plan, se trasciende del enfoque academicista del plan anterior, al enfoque basado en competencias, que es “el saber en acción”[3] refiriéndose específicamente a las Competencias Educativas que en palabras de Argudín, Yolanda (2006)[4] son las que se basan tanto en la economía como en la administración e intentan aproximar la educación a estas disciplinas, en un intento por crear mejores destrezas para que los individuos participen en el actividad productiva (pág. 7). De esta manera, resultan de vital importancia los principios que propone la UNESCO para el sustento de la educación del presente siglo: aprender a ser, aprender a pensar, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a convivir, los cuales involucran necesariamente aprender a aprender[5].
Con respecto a la importancia de las competencias, el Informe Final del Proyecto Piloto TUNING, Fase 1, destaca como conclusión que… “El desarrollo de las competencias y destrezas encaja perfectamente en el paradigma de una educación primordialmente centrada en el educando. Este paradigma hace hincapié en que el educando, el que aprende, es el centro del proceso y por tanto trae a discusión el cambiante papel del educador. Este se contempla más como un compañero que dirige el aprendizaje hacia la consecución de unos objetivos bien definidos. Por consiguiente, esto se refleja en el enfoque de las actividades educativas y en la organización del aprendizaje que pasan a ser guiados por lo que el educando necesita lograr…” (pág. 102).
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